viernes, 20 de enero de 2017

El Milagro del Stanbrook

La Madre Gloriosa, tan ducha en acorrer
la que suele a sus siervos en las cuitas valer
a este condenado quísolo proteger
recordose el servicio que le solía hacer


Hola diario,pensaba que te había perdido,han pasado tantas cosas desde que no te escribo...
Cuando bajamos del autocar,vimos el puerto con el barco y filas para subir en el,estaba tan emocionada tanto yo como los demás viajantes,del echo de poder irnos a otro sitio mejor,el señor nos hizo hacer una fila larga,a la cual,se ven muchas personas en ella.
La gente iba subiendo a un camion,nos toco y teniamos que pagar mis hermanos estaban aterrorizados antes esa situacion y al hombre ya que no tenia pinta de ser buena persona,no podia decir nada ni preguntar a ese tipo,entonces me quede callada,nos subimos al camion,la cosa esque me daba mucha pena ya que habia gente que no podia subir,porque no tenian el dinero suficiente para pagar,a la cual niños pequeños de entre unos cinco y nueve años se quedaban en ese guerra.
El trayecto no fue muy largo,pero a mi se me hizo muy incomodo ya que nadie hablaba,por el hecho de no conocernos.
Llegamos al apartamento nada mas entrar olía mal el suelo estaba muy desgastado,había cinco colchones,muchas mantas,no había casi nada de comida solo dos cajas con unos pocos de bocadillos y unas cuantas botellas de agua,seguramente sobras de lo peor de todo el apartamento no era nada de eso,sino el echo de que solo había un cuarto de baño para todas las personas que estábamos allí,en fin desde que el señor nos ha dejado aquí y se fue han pasado unos tres o cuatro días,tanto mis padres como mis tíos están muy angustiados ya que no saben si han echo bien al dar una gran parte de dinero ha alguien al que apenas conocen.
Esa noche todos dormían menos yo y Andrés,no podía dejar de pensar en ese hombre y lo q habría podio hacer con todo el dinero.
Me fui por la noche para intentar ver donde podía estar.Andrés no quería que fuera,a lo que yo,me negué pero el no quería que fuera sola así que me acompaño,nos vestimos con ropas oscuras  para que no nos vieran muchas personas,estuvimos andando un buen rato hasta que vimos a un señor de unos veinte años o así,preguntamos si sabia donde estaba el que daba ayuda para que las personas se fueran en ese barco,no nos dijo nada,pero no queríamos estar con el por la mirada que nos había echado a los dos,tendrían que ser las tres de la noche y Andrés y yo seguíamos buscando al tipo,mientras andábamos fuimos de bar en bar viendo sobre las ventanas si podría estar ese tipo,pero no teníamos suerte,lo único bueno de todo eso era que encontrábamos comida,a lo que ninguno puso pegas para cogerla y llevarla al apartamento,ya que estaban escaseando los alimentos,Andrés estaba cansado y yo también,pero no me iba a rendir tan facílmente,esta vez entramos a un bar y preguntamos al mesero lo mismo que al primer señor que nos encontramos y nos señalo al tipo de la barra,era el,vimos que tenia un sobre con los billetes de viaje dentro,estaba borracho y dormido,asique cogimos el sobre y salimos lo mas rápido posible de allí y tendrían que ser las ocho de la mañana,asique nos fuimos al apartamento.
Mientras íbamos andando pensaba en el libro de Fernando El Temerario,cuando fue detrás de su padre,no se pero me sentí como el en esa situación,por la de salir.
Al entran vimos a nuestros padres aterrorizados por no vernos al despertar,pero les dijimos que teníamos los billetes y comida para todos,pero que saldríamos dentro de dos días. 
Pasaron los dos días y fuimos hacia el barco,mis hermanos y yo nos sentimos con una alegría inmensa por el hecho de poder irnos todos ya de toda esta guerra.
Hacemos de nuevo una fila,el señor viene gritando que hay que hacer dos filas adultos y niños a un lado y hombres a otro,no puedo creerme todo lo que esta pasando,le suplico al traficante que no nos separen,pero no me hace caso,me grita que no,pero yo sigo llorando e insistiendo,hasta que se harta y me pega una bofetada en la cara y se va.

Lo imposible ahora es volver a creer,
como antes lo solía hacer
aqui nadie puede creer y crecer,
no hay para comer ni beber.